"El Señor nunca castiga, no se ocupa de eso, pasa el tiempo en banquetes acompañado de ángeles y arcángeles, en medio de cánticos, de músicas, y el néctar de la ambrosía fluye en abundancia. ¿Por qué le hemos presentado vigilando día y noche a los humanos y anotando sobre un cuaderno los crímenes y las suciedades que están cometiendo, abiertamente o en secreto? ¡Pobre, qué situación para Él! ¿Cómo no estar disgustado? Entonces, diréis, ¿qué pasa cuando cometemos faltas?
Si los humanos han tenido la idea de fabricar máquinas grabadoras y calculadoras, es porque máquinas análogas ya existen en la naturaleza (y por lo tanto en nosotros) y son ellas las que graban nuestros sentimientos, nuestros pensamientos y nuestros actos. Cuando hemos sobrepasado los límites en cualquier ámbito que sea, se desencadena un mecanismo y llega el castigo: perdemos algo en el plano físico, en el plano del sentimiento o en el del pensamiento. Pero no es Dios quien nos castiga, al contrario, Dios está siempre dispuesto a recibirnos en los banquetes celestiales, pero nos corresponde a nosotros saber subir hasta Él."
Fuente:
http://www.prosveta.com
26 enero 2020