Pensamiento del domingo 15 de mayo de 2016.
"«Velad, porque no sabéis ni el día ni la hora », dijo Jesús al final de la parábola de las cinco vírgenes sabias y de las cinco vírgenes necias que esperaban la visita del Esposo. Velar, aquí, no significa no dormir, sino permanecer vigilante, porque no se sabe en qué momento vendrá el amado. Este amado, este esposo místico, es el Espíritu Santo, y con nuestras oraciones, con nuestra vida pura debemos prepararle el precioso aceite, esta quintaesencia que es su único alimento. Porque el Espíritu Santo es una llama. Una llama tiene necesidad de ser alimentada, y su alimento es el aceite. Que seamos hombres o mujeres no tiene importancia. La virgen sabia de la que habla Jesús es un símbolo del alma humana que se prepara para recibir al Espíritu Santo.
El Espíritu Santo, es el esposo de luz, y sólo vendrá a visitarnos si tenemos suficiente aceite para alimentar su llama. Ahora comprenderéis porqué el día de Pentecostés, los discípulos de Jesús recibieron el Espíritu Santo en forma de llamas, de lenguas de fuego que ardían por encima de sus cabezas: habían llenado su lámpara de aceite, esta substancia espiritual, que, sólo ella, puede atraer al esposo, el Espíritu divino."
"«Velad, porque no sabéis ni el día ni la hora », dijo Jesús al final de la parábola de las cinco vírgenes sabias y de las cinco vírgenes necias que esperaban la visita del Esposo. Velar, aquí, no significa no dormir, sino permanecer vigilante, porque no se sabe en qué momento vendrá el amado. Este amado, este esposo místico, es el Espíritu Santo, y con nuestras oraciones, con nuestra vida pura debemos prepararle el precioso aceite, esta quintaesencia que es su único alimento. Porque el Espíritu Santo es una llama. Una llama tiene necesidad de ser alimentada, y su alimento es el aceite. Que seamos hombres o mujeres no tiene importancia. La virgen sabia de la que habla Jesús es un símbolo del alma humana que se prepara para recibir al Espíritu Santo.
El Espíritu Santo, es el esposo de luz, y sólo vendrá a visitarnos si tenemos suficiente aceite para alimentar su llama. Ahora comprenderéis porqué el día de Pentecostés, los discípulos de Jesús recibieron el Espíritu Santo en forma de llamas, de lenguas de fuego que ardían por encima de sus cabezas: habían llenado su lámpara de aceite, esta substancia espiritual, que, sólo ella, puede atraer al esposo, el Espíritu divino."