Pensamiento del Sábado 21 de mayo de 2016.
"Las fuerzas de la naturaleza no son en sí mismas ni buenas ni malas: se vuelven buenas o malas según el uso que se hace de ellas. Y lo mismo ocurre con los espíritus de los cuatro elementos: los gnomos, los silfos, las ondinas, las salamandras. Todas esas entidades que habitan la tierra, el aire, el agua y el fuego, no son en sí mismas ni buenas ni malas; aceptan ponerse al servicio de los humanos, aprecian que les den trabajo, pero no se preocupan nunca del fin, benéfico o maléfico, que se les propone.
Cualquiera que sea la tarea que se les confíe, los espíritus de la naturaleza la ejecutan: se someten a la voluntad humana que consigue dominarlos, y es por ello que tantos magos y brujas los utilizan para tareas criminales. No se puede reprochar a estos espíritus que obedezcan, porque están hechos de este modo, no tienen ninguna conciencia moral. Corresponde pues a los humanos, mostrarse vigilantes y aprender a comprometerlos únicamente en un trabajo divino."
"Las fuerzas de la naturaleza no son en sí mismas ni buenas ni malas: se vuelven buenas o malas según el uso que se hace de ellas. Y lo mismo ocurre con los espíritus de los cuatro elementos: los gnomos, los silfos, las ondinas, las salamandras. Todas esas entidades que habitan la tierra, el aire, el agua y el fuego, no son en sí mismas ni buenas ni malas; aceptan ponerse al servicio de los humanos, aprecian que les den trabajo, pero no se preocupan nunca del fin, benéfico o maléfico, que se les propone.
Cualquiera que sea la tarea que se les confíe, los espíritus de la naturaleza la ejecutan: se someten a la voluntad humana que consigue dominarlos, y es por ello que tantos magos y brujas los utilizan para tareas criminales. No se puede reprochar a estos espíritus que obedezcan, porque están hechos de este modo, no tienen ninguna conciencia moral. Corresponde pues a los humanos, mostrarse vigilantes y aprender a comprometerlos únicamente en un trabajo divino."