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Omraam Mikhaël Aïvanhov

Pensamiento del jueves 28 de marzo de 2024.

"Jesús, en la última cena, tomó pan y lo bendijo, luego lo partió y se lo dio a sus discípulos diciendo: “Tomad y comed, porque esto es mi cuerpo”. Luego tomó una copa de vino, la bendijo y la entregó a sus discípulos diciendo: “Tomad y bebed, porque esta es mi sangre.... Haced esto en conmemoración mía”. Son estos gestos y palabras de Jesús los que el sacerdote repite durante la misa en el momento de la comunión. No podemos conocer lo que es realmente la misa si no comprendemos que es una ceremonia mágica en la que la comunión es el momento más significativo: el pan y el vino representan los dos principios eternos, el masculino y el femenino, sobre los que está fundada toda la creación.
Pero, entonces, ¿por qué en la religión católica los fieles comulgan solo con el pan, la hostia, la carne de Cristo, que representa el principio masculino? El vino, la sangre de Cristo, el principio femenino, solo está reservado a los sacerdotes. Por lo tanto, los fieles únicamente se alimentan de un principio, el masculino: falta el femenino. Sin embargo, la verdadera comunión implica ambos principios."