"Para salir de los límites de su conciencia, el discípulo debe aprender a proyectarse muy alto hasta ese Ser que todo lo abraza y que alimenta a todas las criaturas: se pregunta cómo Él ve el destino del hombre, cuáles son sus proyectos para él, para su evolución en un futuro próximo y lejano.
Es así como el discípulo llega a salir de sí mismo: porque intenta acercarse cada vez más a ese Ser inmensamente grande, luminoso y perfecto. Hace un trabajo hacia adentro, en la subconciencia, la conciencia y la supraconciencia, y lo que vive como sensaciones y experiencias es inexpresable. Esta práctica es una de las más beneficiosas para el discípulo; entregándose cada día, llega a alejarse de su yo limitado para fundirse en ese océano de luz que es Dios. Es ahí donde encuentra las verdaderas garantías del conocimiento, de la liberación y de la felicidad."
Fuente:
http://www.prosveta.com
03 de setiembre del 2020