Muchos terapeutas han tenido
que lidiar, en algún momento, en algún u otro caso, con la activación de lo
que, creo, la mayoría llamamos “Memorias Kármicas”. Son memorias, almacenadas
normalmente a nivel subconsciente, conectadas a las diferentes vidas y
existencias “pasadas” (simultáneas) que hemos tenido, y que, por alguna razón o
por otra, se “activan” y se hacen presentes en nuestra vida.
Hay diferentes detonantes para
que una memoria de este tipo, que tendría que estar bien guardada y archivada,
en su correspondiente forma mental, salga a la superficie. En general, suele
estar provocado por un catalizador exterior: Una persona, un evento, una
situación, una energía del entorno, que resuena y “vibra” a la misma frecuencia
que esa memoria, y por ende, la activa, y la saca del estado “pasivo” y dormido
en el que se encuentra. Como ejemplo algo burdo, viene a ser algo así como
alguien cantando a la frecuencia exacta de resonancia de una copa de cristal
que contiene agua, rompiéndola en pedazos y provocando que esa agua se derrame
por doquier.
En las ocasiones en las que he
sufrido en mis propias carnes este suceso, mi detonante particular ha sido mi
Yo Superior, al menos así me ha parecido intuir, que sucedía la mayoría de
veces que ha debido “pensar” que tenía ciertas cargas que había que soltar,
para seguir subiendo niveles en el camino evolutivo. Al detonarse la memoria
kármica, las formas mentales con el contenido de los sucesos acaecidos se ven
expedidos a la superficie del cuerpo mental (capa consciente), se condensan o
“compactan” y terminan incrustados en la matriz etérea en la parte del cuerpo
que resuena y tiene relación directa con el contenido de la memoria.
Cuestión de dejar atrás las
cargas que nos limitan
No es la primera vez que he
tenido que lidiar con esto que llamamos memorias kármicas (si hay otro término
lo desconozco), de hecho, he hecho sanaciones a familiares, compañeros y
amigos, donde literalmente un dolor repentino en una pierna, venía asociado a
una memoria kármica activada, con escenas que, a visión extrasensorial, tenían
que ver con episodios de otras encarnaciones tremendamente dolorosos, desde
amputaciones, a piernas quemadas por el fuego, hasta lanzas clavadas en guerras
y peleas en el punto exacto del dolor físico actual.
Cuesta darse cuenta de estas
cosas, ya que, a priori, uno lo que siente es simplemente un problema físico,
por eso os expliqué, hace varios artículos, que los problemas físicos no suelen
tener la raíz en el mundo o plano físico, sino en otros niveles. Solo así
puedes encontrar la causa verdadera del problema, ya que por mucha crema
anti-inflamatoria que te pongas – si la lanza “etérica” que literalmente se
puede ver clavada en la pierna de la persona, no se saca – el problema no se
va, (el dolor físico remite con la crema, pero no desaparecerá nunca del todo,
y una vez más, hay que sacar el clavo antes de poner el parche).
Las memorias kármicas que han
de ser liberadas no suelen ser agradables. Tuve un episodio de lumbago hace
algunos meses, cuando dormía a mi hija en brazos, que literalmente detonó un
proceso de recuerdo de dolor tanto en mi hija como en mi. Algún tipo de
resonancia energética conjunta en nuestros cuerpos sutiles lo precipitó de
golpe. Las imágenes que se me agolpaban en mi visión interna mostraban una
escena donde a los dos nos estaban quemando vivos (época de la Inquisición,
supongo). Hubo que sanar a mi hija en una sesión rápidamente, pues se quejaba
de un dolor que a nivel físico no tenia contrapartida aparente, luego yo tuve
que lidiar con el mío, y sacar las memorias que acababan de activarse por las
lumbares.
Duelen Igual
¿Por qué algo que,
supuestamente, es un simple recuerdo almacenado en el subconsciente, causa
dolores físicos? Por la misma razón por la que mucha gente sufre enfermedades
psico-somáticas. La relación de la mente sobre el cuerpo es bien clara. Del
mismo modo que las enfermedades físicas influyen en nuestro estado de ánimo y
nos provocan temor, miedo o preocupación, muchos problemas psicológicos y
emocionales provocan síntomas físicos. Y es que, en general, las enfermedades
psicosomáticas son muy frecuentes; una gran parte de la población las ha
sufrido alguna vez y se considera que una cuarta parte de las personas que
acuden al médico de atención primaria presentan este tipo de enfermedades.
En términos generales, se
entiende que una persona sufre somatizaciones cuando presenta uno o más
síntomas físicos, y, tras un examen médico, éstos síntomas no pueden ser
explicados por una enfermedad médica. Además, pese a que la persona pueda
padecer una enfermedad, tales síntomas y sus consecuencias son excesivos en
comparación con lo que cabría esperar. Todo ello causa a la persona que sufre
estas molestias, un gran malestar en distintos ámbitos de su vida.
Debido a la falta de conocimiento
del sistema energético del ser humano, y al difícil diagnóstico de las
enfermedades somáticas, la medicina tradicional tiende a centrarse casi
exclusivamente en los síntomas físicos de la enfermedad, dolor o molestia,
olvidando la verdadera causa del problema, o aquello que lo puede estar
manteniendo. Es corriente encontrar personas que se quejan de haber recorrido
varios médicos, sin que les encuentren nada; sin embargo, continúan sintiéndose
mal y presentando algunos de los síntomas antes comentados. En muchas de estas
ocasiones, estamos ante problemas psicosomáticos y las memorias kármicas son
parte de ellos.
Energías que caen desde cuerpos
superiores
Así, algo causa malestar y
duele, porque provoca literalmente un problema en el vehículo físico que
usamos, nuestro cuerpo. La energía de la memoria kármica es una forma mental,
potente, activada, con su correspondiente carga emocional, que, como ya podéis
suponer, no es demasiado agradable cuando hablamos de escenas y memorias de
dolor, sufrimiento, tragedia, etc., etc., de las que todos tenemos decenas de
centenares de encarnaciones. Esas formas mentales y emocionales, literalmente
causan estragos en el cuerpo etérico, que a su vez, los causa en el cuerpo
físico, manifestando el dolor, problema físico o enfermedad que recuerda a
aquello que sucedió en su momento.
Si han de ser liberadas y
extraídas del cuerpo mental y emocional donde están almacenadas (la experiencia,
vivencia y contenido de la misma en el primero, las emociones asociadas en el
segundo) es porque son realmente de una carga densa y negativa que no ganamos
nada manteniéndolas en nosotros. Pero, como todo, uno no sabe que existen hasta
que algo no las detona y las saca a la superficie. Tenemos posiblemente miles
de ellas, pues por miles de situaciones hemos pasado (estamos pasando) en todas
las diferentes encarnaciones que hemos vivido como mónadas y esencia que somos.
El cómo se traen y traspasan
memorias de una encarnación a otra, está relacionado con el tema de los átomos
simiente, dónde se almacenan y recogen todo lo vivido en los tres niveles
inferiores de la personalidad (“el átomo etérico en el plexo solar, el
emocional en el hígado, y el mental en la cabeza”) .
Y con el cuerpo causal, el
cuerpo que nos da la continuidad de conciencia entre encarnaciones, el único
que no se recicla y desintegra y donde nuestra mónada o ser se “resguarda”,
como primer envoltorio o cuerpo sutil, en el llamado período entre vidas,
cuando hablamos del tiempo de forma lineal.
En resumen, es un tema
terapéutico a tener en cuenta. Si uno se fija solo en el problema físico, va a
ser complicado sanarlo de raíz, si no se profundiza en las posibles causas no
físicas, algo de lo que ya hemos hablado. Una persona con un mínimo de visión
interna, posiblemente, al mirarse la zona del dolor o tocarla, empezará a
sentir o ver las imágenes de las escenas que lo provocaron. Muchas vidas,
muchas historias vividas, muchas cosas almacenadas que, cuando llega el
momento, son expulsadas hacia el exterior, para poder ser liberadas, y reducir
el enorme peso y carga que estas representan para nuestro avance y camino
evolutivo personal.
por David Topi
davidtopi.com
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31 de Julio del 2016