Pensamiento del miércoles 4 de marzo de 2020.
Desgraciadamente, la mayoría de los humanos no cuidan en absoluto su templo, no dejan de estropearlo sirviéndose de él para satisfacer sus instintos y buscar todos los placeres: el cuerpo no es entonces un templo, es un establo, una cuadra. Es como en el Templo de Jerusalén donde los mercaderes habían llevado todo tipo de ganado y de aves que vendían, y nadie se indignaba, todo el mundo lo encontraba normal. Pero Jesús cogió cuerdas para formar un látigo y expulsó a todos diciendo: “Fuera de aquí, no hagáis de la casa de mi Padre una casa de comercio”.
Por tanto, no imitéis a los mercaderes del Templo, no hagáis de vuestro cuerpo una guarida de animales; si no, no será el Señor el que venga a habitarlo, sino entidades inferiores, indeseables que aman mucho las suciedades y se alimentan de materias impuras."
Fuente:
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