"Observad un río: su cauce siempre es el mismo, pero el agua que fluye siempre es diferente. Al río se le llama siempre con el mismo nombre: Sena, Támesis o Misisipi, pero el agua que fluye es cada día diferente. Los habitantes del río, las gotitas de agua, viene y se van, y sin cesar llegan otras en su lugar mientras van fluyendo hacia el mar.
Al llegar al mar, son calentadas por el sol, se vuelven ligeras y sutiles, se elevan en la atmósfera en forma de vapor, de nubes, hasta el día en que, bajo la forma de lluvia o de nieve, vuelven a descender de las montañas en torrentes y ríos. Así pues todo fluye y se renueva sin cesar.
Pues bien, un país es como un río: lleva siempre el mismo nombre, pero en él se encarnan sucesivamente seres siempre diferentes que vienen de otros lugares. O bien, un país es como una casa cuyo destino es el de ser habitado durante algunos años por unos inquilinos y en años sucesivos por otros… Durante los primeros años, se oye música, cantos; después, los habitantes cambian y reina otra atmósfera, prosaica o agitada, y no obstante, la casa es siempre la misma. Así se explican los cambios que se producen en la historia de numerosos países."
Fuente:
http://www.prosveta.com
27 de agosto del 2020