"El verdadero cristianismo es en primer lugar un trabajo del espíritu: la oración, la meditación, la contemplación. Desgraciadamente, desde hace mucho tiempo los cristianos ya no tienen como ideal a Jesús sino a la Iglesia. Han descuidado las grandes verdades, las prescripciones más importantes, y ahora, cuando alguien quiere ajustarse al precepto de Jesús que decía: “Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto”, la Iglesia, indignada, exclama: “¡Qué orgullo!” Eso prueba que ha abandonado el espíritu de los Evangelios, porque llegar a ser perfecto, era la verdadera enseñanza de Jesús.
Pues no, se puede ser mediocre siempre que vayamos a misa para coger un poco de agua bendita, murmurar algunas oraciones y recibir la hostia. Que volvamos a casa tan desagradables y deshonestos como siempre, eso no tiene importancia. Pues si, desgraciadamente, la mejor prueba de la insuficiencia de esta “moral” cristiana, es que los humanos no se transforman."
Fuente:
http://www.prosveta.com
08 mayo del 2020