"Se puede ser feliz en el matrimonio, es posible, pero a condición de que el hombre y la mujer sepan cómo considerarse mutuamente y que aprendan a buscar el uno en el otro el lado divino. Si no buscan en su compañero el alma y el espíritu por los que deben hacer sacrificios, todos los sacrificios, que no cuenten con el cuerpo físico para satisfacerlos.
Observad, desde el momento en que un hombre pierde la vida, que devuelve el alma, no es más que un cadáver, y su esposa dice inmediatamente: “Hay que enterrarle”. Sin embargo, ella le amaba, y le sigue amando. Sí, pero se ama el lado sutil, no la materia. Ahora bien, lo que está vivo, es la parte divina, es la parte espiritual del hombre. El cuerpo físico es siempre igual, e incluso envejece, y transcurrido cierto tiempo nos hartamos… En tanto que la vida interior es siempre diferente, siempre nueva como el agua que fluye, y es esta agua lo que amamos. "
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