Pensamiento del jueves 29 de diciembre de 2016.
"Hablar, escribir, consiste en juntar palabras ajustándolas, organizándolas; es pues un acto de creación. Cada uno puede así crear en los demás la alegría, la confianza, el amor, la luz o bien la pena, la oscuridad, la enfermedad y la desesperanza; y en el segundo caso, aunque uno se exprese con el mejor estilo, fabrica monstruos.
La verdadera evolución consiste en aprender a servirse de la palabra, oral o escrita, para producir resultados divinos, es decir poner a trabajar los elementos del Verbo para crear únicamente lo que es justo, bueno y hermoso. Aquél que trabaja conscientemente en esta dirección, participa en la obra de Dios, que le reconoce entonces como uno de sus obreros. Porque la creación todavía no está terminada, el Creador continúa trabajando y necesita obreros que le traigan – simbólicamente hablando – piedras, arena, cemento. «¿Sólo servimos para esto?» diréis. Sí, y no os ofendáis, porque ciertamente no es a nosotros, los humanos, a quienes el Creador puede confiar la tarea más importante, pero, cualquiera que sea el nivel, es glorioso participar en su trabajo."
"Hablar, escribir, consiste en juntar palabras ajustándolas, organizándolas; es pues un acto de creación. Cada uno puede así crear en los demás la alegría, la confianza, el amor, la luz o bien la pena, la oscuridad, la enfermedad y la desesperanza; y en el segundo caso, aunque uno se exprese con el mejor estilo, fabrica monstruos.
La verdadera evolución consiste en aprender a servirse de la palabra, oral o escrita, para producir resultados divinos, es decir poner a trabajar los elementos del Verbo para crear únicamente lo que es justo, bueno y hermoso. Aquél que trabaja conscientemente en esta dirección, participa en la obra de Dios, que le reconoce entonces como uno de sus obreros. Porque la creación todavía no está terminada, el Creador continúa trabajando y necesita obreros que le traigan – simbólicamente hablando – piedras, arena, cemento. «¿Sólo servimos para esto?» diréis. Sí, y no os ofendáis, porque ciertamente no es a nosotros, los humanos, a quienes el Creador puede confiar la tarea más importante, pero, cualquiera que sea el nivel, es glorioso participar en su trabajo."