Pensamiento del domingo 29 de enero de 2017.
"Entre el aire y el fuego existe una especie de complementariedad. Para poder trabajar con el fuego, hay que conocer también el aire. Agita el fuego, pero como siempre está en movimiento, aporta también un cierto frescor: cuando hace calor, buscamos aire.
Estas relaciones entre el aire y el fuego se reencuentran en nuestra vida psíquica. Somos viajeros que recorremos el espacio y, para cumplir con nuestra predestinación, necesitamos del fuego y del aire, del calor y del frío. El fuego, lo tenemos en nosotros: venimos al mundo llevando nuestra propia estufa con su combustible, con el fin de poder calentarnos, pues el camino es largo y fuera, simbólicamente, hace frío. Ese frío que reina en el exterior es el aire, y gracias a él podemos regular la temperatura. Se puede decir que el fuego es el amor y el aire la sabiduría. El amor está en nosotros, mientras que la sabiduría está al exterior de nosotros para que podamos estudiarla, contemplarla, y regular así nuestro fuego interior. "
"Entre el aire y el fuego existe una especie de complementariedad. Para poder trabajar con el fuego, hay que conocer también el aire. Agita el fuego, pero como siempre está en movimiento, aporta también un cierto frescor: cuando hace calor, buscamos aire.
Estas relaciones entre el aire y el fuego se reencuentran en nuestra vida psíquica. Somos viajeros que recorremos el espacio y, para cumplir con nuestra predestinación, necesitamos del fuego y del aire, del calor y del frío. El fuego, lo tenemos en nosotros: venimos al mundo llevando nuestra propia estufa con su combustible, con el fin de poder calentarnos, pues el camino es largo y fuera, simbólicamente, hace frío. Ese frío que reina en el exterior es el aire, y gracias a él podemos regular la temperatura. Se puede decir que el fuego es el amor y el aire la sabiduría. El amor está en nosotros, mientras que la sabiduría está al exterior de nosotros para que podamos estudiarla, contemplarla, y regular así nuestro fuego interior. "