Cuando estés sentado con
algún ser querido que amas
y está sufriendo,
no pretendas ser
invulnerable.
No pretendas ser fuerte.
Deja que tu corazón se
rompa un poquito, o mucho.
Inclínate ante tu
fragilidad, ante tu falta de respuestas.
Siente tu tristeza, tu
miedo, tus frustraciones.
Y tu culpa. No eres un
superhombre.
Es difícil ver a alguien
que amas sintiendo dolor.
Independientemente de lo
‘evolucionado’ que estés, es difícil.
Ahora: Observa hacia dónde
va tu atención.
¿Se escapa de tu cuerpo?
¿Estás reteniendo tu
respiración?
¿Te estás ignorando u
olvidando de ti mismo
en tu deseo de ‘ayudar’ o
incluso ‘salvar’ al otro?
¿Estás abandonando tu
precioso cuerpo
en tu anhelo de eliminar
su dolor?
El universo no necesita
dos sufrimientos.
Uno es más que suficiente.
Ofrece tu presencia ahora.
Tu corazón completamente
abierto.
Tu escucha.
Llora con ellos.
Valida el lugar en el que
se encuentran.
Pero recuerda, no es tu
trabajo salvarlos,
arreglarlos, sanarlos,
eliminar su dolor.
Esto depende de Dios.
Depende del Universo.
Tú no sabes lo que es
mejor para ellos.
Podrías estar ofreciendo
respuestas equivocadas.
Ellos están en su propio
viaje.
Su viaje no es el tuyo.
(Esto no significa que
seas egoísta.)
Tu trabajo es ser su amigo
en este momento,
no su salvador.
Sé un reflejo de su propia
presencia,
de su valentía, de su
capacidad de soportar
hasta las energías más
intensas.
Para poder cuidar de los
demás
tienes que cuidar
profundamente de ti,
tienes que cuidar
significativamente de ti,
para que ese cuidado se
desborde,
para que ese cuidado fluya
hacia tu amigo,
incluso si él no está
consciente de eso.
No te abandones
en nombre de la
‘compasión’.
Recorre tu camino ahora,
no el de ellos.
Jeff Foster
lifewithoutacentre.com
Traducción: Tarsila
Murguía
https://compartiendoluzconsol.wordpress.com
20 de Enero 2017