Pensamiento del viernes 7 de enero de 2022.
"A menudo, cuando lo han perdido y malgastado todo y ya no son capaces de hacer gran cosa con su vida, es cuando los humanos deciden consagrarse al Señor. Solo que el Señor no necesita inválidos o ancianos desdentados y frágiles. Necesita seres jóvenes, vigorosos, capaces.
Sin embargo, cuando son jóvenes, la mayoría no piensa al principio más que en su placer. Dicen: “Mientras sea joven, quiero disfrutar de la vida”, y ni hablar en ese momento de instruirlos en un trabajo divino. Pero cuando lo han gastado y dilapidado todo, cuando están consumidos y tullidos de reumatismos, paralíticos o seniles, se vuelven hacia el Señor: “Señor, ¿me necesitas? Vengo a servirte...” Todo se ha ido ya: la salud, las fuerzas, los cabellos, los dientes, todo, no les queda nada, y es en ese momento cuando dicen: “Señor, ¿qué quieres de mí?” El Señor observa esa chatarra rascándose la cabeza: ¡incluso Él, no sabe en qué podría utilizarla! Pues bien, si queremos un día servir al Señor, hay que empezar a pensar en ello cuando se es joven."