Pensamiento del domingo 30 de enero de 2022.
"¿De dónde viene esa costumbre tan extendida de tener una firma ilegible y retorcida? Los que firman de esa forma, ni siquiera saben por qué lo hacen. Pues bien, simplemente porque la naturaleza inferior, siempre ocupada tramando proyectos “no muy católicos”, no quiere ser descubierta. Entonces, empuja al hombre a esconderse, hasta el punto de que no se puede siquiera saber quién es y cómo se llama.
No digáis que una firma es un detalle sin importancia. Al contrario, es muy importante, representa al hombre mismo. Una firma debe mostrar que todo en nosotros es claro, directo, franco. ¿Por qué embarullar el nombre? Es un signo muy malo. Haciendo esto, también introducís en vosotros fuerzas caóticas que os demolerán. ¿Cómo podemos pretender resolver los problemas de una familia, una compañía, un país, cuando no sabemos que debemos escribir claramente nuestro nombre?"