"Siempre es preferible que enfoquéis vuestro trabajo espiritual hacia un fin determinado. Así pues, deciros: “Medito, rezo para la realización de tal o tal cosa”. Si, indicad la razón, con el fin de que las fuerzas que proyectáis no se pierdan prodigándose en todas direcciones, sino que se orienten hacia un punto preciso. Así llegaréis, poco a poco, a ser dueños de vuestro pensamiento.
El pensamiento es muy difícil de dominar, de someter, es como un caballo salvaje. En muchos libros hindúes vemos a yoguis que se quejan: “¡Oh Indra!, ¡qué difícil es someter el pensamiento! Tanto como tratar de hacer una cuerda con arena o de atar el viento”. Pero ejercitándonos todos los días, orientándolo hacia una meta, acabamos volviéndolo dócil y, sobre todo, activo."
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