Pensamiento del lunes 22 de julio de 2024.
"Alguien se va de vacaciones, y en el momento de partir, pronuncia una breve oración: “Señor, protege mi casa de los ladrones”. Observad qué cosa tan extraordinaria. El Señor debe proteger su casa y él, mientras tanto, ¡se irá a pasear y a divertirse! Y si a la vuelta encuentra su casa desvalijada, evidentemente se pondrá furioso contra el Señor, que no ha hecho bien su trabajo. ¿Acaso se creía, verdaderamente, que el Señor, el pobre, iba a aburrirse protegiendo una casa mientras que él se tomaba sus vacaciones? ¿Pero cómo consideran los humanos al Señor?...
No debéis, pues, extrañaros si de vez en cuando los espíritus de arriba deciden dar una lección a un buen hombre despreocupado que toma al Señor por su portero: incitan a algunos truhanes para que vayan a robarle. Diréis: “pero entonces ¿no debemos pedirle al Señor que proteja nuestra casa?” Sí, pero, en primer lugar, no debemos imaginarnos que Él mismo es quien va a hacerlo, debemos pedirle, más humildemente, que envíe a alguno de sus servidores. Y después, debemos también nosotros prometerle algo: prometer observar tal regla, tal prescripción. Los humanos son extraordinarios: quieren obtenerlo todo sin dar nada a cambio. Pero no, siempre debemos dar algo a cambio de lo que hemos pedido. "