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****La doctrina israelí del engaño: una herramienta estratégica frente a los rendimientos decrecientes****

 28 de junio de 2025 - 22:25

TEHERÁN - Durante ocho décadas, Israel ha orquestado operaciones de falsa bandera —maniobras encubiertas disfrazadas de ataques enemigos— para manipular a las potencias globales, encender conflictos y demonizar a los adversarios. 

Esta arraigada doctrina del engaño, arraigada en el cálculo estratégico, explota el caos para promover objetivos geopolíticos, como lo demuestran registros desclasificados, filtraciones de inteligencia e investigaciones internacionales.

Desde sabotear objetivos civiles hasta fabricar evidencia digital, las tácticas de Israel revelan un sofisticado manual que socava la confianza y aumenta las tensiones. 

Aunque históricamente eficaces, estas operaciones están produciendo rendimientos decrecientes frente a mayores medidas de contrainteligencia y un mayor escrutinio global.


Fundaciones tempranas: sabotaje y arte de gobernar

En sus años de formación, Israel estableció un modelo para operaciones encubiertas que se basaban en el disfraz, la distracción y el caos. Un ejemplo notable es la Operación Susannah (1954), donde la inteligencia militar israelí reclutó judíos egipcios para bombardear objetivos civiles estadounidenses, británicos y egipcios, incluidas bibliotecas, cines y oficinas de correos.

Los ataques fueron diseñados para incriminar a los Hermanos Musulmanes y a los grupos comunistas, desestabilizar Egipto y prolongar la ocupación británica del Canal de Suez. Las detonaciones prematuras provocaron la captura de 11 agentes, dos de ellos ejecutados, dos que murieron por suicidio y otros encarcelados.

Israel negó su participación durante 51 años y sólo reconoció y honró a los sobrevivientes en 2005. De manera similar, grupos sionistas preestatales como el Irgun ejecutaron el atentado con bomba en el Hotel Rey David (1946), matando a 91 funcionarios británicos disfrazándose de árabes para acelerar la retirada de Gran Bretaña de Palestina.

En otra operación, el atentado de las SS Patria (1940), paramilitares sionistas hundieron un barco que transportaba refugiados judíos, matando a 267 personas, para frustrar los planes de deportación británicos. Estas primeras operaciones sentaron un precedente para el uso del engaño para lograr objetivos estratégicos.

Engaños de la Guerra Fría: ambigüedad nuclear y traición aliada

Durante la Guerra Fría, Israel perfeccionó sus tácticas encubiertas adoptando estratagemas de engaño para asegurar ventajas estratégicas. El programa del reactor nuclear de Dimona en la década de 1960 ejemplifica este enfoque. Con ayuda francesa, Israel desarrolló en secreto capacidades nucleares mientras engañaba a los inspectores estadounidenses mediante instalaciones falsas, acceso restringido a sitios de procesamiento de plutonio y disfrazaba el reactor como una "planta textil"

Esto permitió a Israel construir un arsenal nuclear no reconocido, aprovechando la ambigüedad para el dominio regional. Otro incidente controvertido fue el ataque al USS Liberty (1967) durante la Guerra de los Seis Días, donde las fuerzas israelíes bombardearon deliberadamente un barco de inteligencia estadounidense, matando a 34 estadounidenses.

Los sobrevivientes y las comunicaciones interceptadas confirmaron que el ataque fue intencional y tenía como objetivo impedir que Estados Unidos monitoreara las acciones militares israelíes, aunque Israel afirmó que se trataba de un caso de identidad equivocada —una narrativa que todavía hoy es cuestionada.

Tácticas modernas: guerra cibernética y manipulación por poderes

Las operaciones de falsa bandera de Israel han evolucionado con la tecnología, incorporando tácticas cibernéticas y sofisticadas campañas de desinformación. Entre 2007 y 2008, agentes del Mossad se hicieron pasar por oficiales de la CIA y ofrecieron pasaportes estadounidenses y dinero en efectivo para reclutar militantes de Jundallah con base en Pakistán para ataques en Irán.

En 2025, la inteligencia iraní descubrió un complot israelí en suelo estadounidense, diseñado para implicar a Irán y provocar una guerra entre Estados Unidos e Irán a través de pruebas fabricadas. La oportuna alerta de Irán a las autoridades estadounidenses frustró la operación. 

En Siria, Israel explotó las tensiones sectarias mediante campañas coordinadas de desinformación en 2025, difundiendo narrativas falsas, como ejecuciones inventadas, para incitar a la violencia contra las minorías y desestabilizar la región. Estas operaciones reflejan un cambio hacia una guerra híbrida, que combina el sabotaje físico con la manipulación digital.

Del sabotaje físico a la guerra híbrida: la evolución de las tácticas de Israel

Durante largos años, Israel ha utilizado operaciones de falsa bandera como medio estratégico para coaccionar a sus aliados y aislar a sus oponentes internos para obtener apoyo político. Estas provocaciones tienen como objetivo inducir la acción o asistencia de otras potencias contra supuestas amenazas a los intereses israelíes.

Ejemplos de esto incluyen el ataque de 1967 al USS Liberty y el complot de 2025 en suelo estadounidense. Las operaciones se llevan a cabo contra adversarios, como Irán, Egipto o Siria, para justificar sanciones o ataques, operando desde una narrativa coherente y aceptable para el público nacional.

Históricamente, se trataba de actos reales de sabotaje, como el caso Lavon de 1954, etc., pero ahora se han transformado en guerra híbrida, fabricación digital de pruebas, suplantación de identidad o de otro tipo.

Por ejemplo, el Mossad puede utilizar a oficiales de la CIA como actores externos para ofuscar la acción directa con la ayuda de actores externos de maneras consistentes con la negación.

Y, sin embargo, la doctrina del engaño conlleva grandes riesgos. Incidentes como el ataque al USS Liberty han ejercido una enorme presión sobre la alianza con Israel, especialmente con Estados Unidos, erosionando gradualmente la confianza. Las violaciones del derecho internacional mediante esos ataques a la infraestructura civil tienen graves consecuencias humanitarias. Por ejemplo, lanzar bombas sobre hospitales iraníes en junio de 2025.

Sin embargo, Israel goza de la plena protección diplomática de Estados Unidos, lo que le permite proteger a sus funcionarios de cualquier forma de rendición de cuentas, incluidas las órdenes de arresto de la CPI contra Bibi Netanyahu y Yoav Gallant por cometer crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad en Gaza.

Sin embargo, ese velo de protección no es impermeable, como lo demuestra el fallido complot de 2025 en suelo estadounidense, que subraya los crecientes peligros, así como el aumento de las operaciones globales de contrainteligencia. La exitosa intervención de Irán al exponer tales operaciones marca el declive de estas tácticas.

Durante más de 80 años, Israel ha institucionalizado operaciones de falsa bandera, logrando logros institucionales y estratégicos como la Operación Susana y el engaño de Dimona. Sin embargo, el actual entorno internacional exige un estricto escrutinio forense de dichas operaciones y el cumplimiento de las normas internacionales.

Como reveló el Tehran Times el 25 de junio de 2025, Israel estaba conspirando para llevar a cabo una explosión en suelo estadounidense y posteriormente culpar a Irán —con el aparente objetivo de instigar una guerra a gran escala entre Estados Unidos e Irán—. La alerta y la acción preventiva contra el engaño patrocinado por el Estado siguen siendo esenciales para salvaguardar el orden global.


Fuente:https://www.tehrantimes.com/news/515049/Israel-s-doctrine-of-deception-A-strategic-tool-facing-diminishing