Pensamiento del domingo 4 de agosto de 2024.
Sí, en un convento había una vez un buen monje que bebía y bebía: cada día el nivel del vino en los toneles bajaba de forma evidente. Un poco avergonzado, claro, rezaba todas las noches su oración pidiéndole perdón a Dios: después, ya calmado, se dormía tranquilamente hasta el día siguiente… que volvía a las andadas. La cosa siguió así durante años… Pero un día se olvidó de su oración. Y he aquí que, durante la noche, siente que alguien le sacude diciéndole: “¡Eh! No has rezado tu oración esta noche. ¡Vamos, en pie, date prisa, debes rezar!” Se despierta, se frota los ojos y ¿a quién ve? ¡Al Diablo! Sí, era el Diablo el que le despertaba, era él el que le impulsaba a rezar todas las noches. ¿Por qué? Para impedir que se corrigiera. Puesto que el monje rezaba sus oraciones pidiendo perdón al Cielo, tenía la conciencia tranquila y al día siguiente volvía a beber para mayor gozo del Diablo. La historia dice que, cuando lo comprendió, el monje se horrorizó tanto que renunció para siempre a la bebida. "