De izquierda a derecha,
el consejero de seguridad nacional de Arabia Saudita, Musaad ben Mohammed Al Aiban;
el director del Buró Central de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi;
y el almirante Alí Shamkani, secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán,
durante la apertura de la ceremonia oficial realizada en Pekín.
La reconciliación entre Arabia Saudita e Irán,
los países que lideran respectivamente
el mundo musulmán sunnita y el mundo musulmán chiita,
abre por fin la puerta a una era de paz en el Medio Oriente.
Esta reconciliación se hizo posible, en primer lugar,
gracias a Rusia, aliada de estos dos "hermanos enemigos".
Se negoció después en Irak y en Omán y ahora acaba de concretarse
gracias a la mediación de China,
que aun siendo aliada milenaria de Irán
ha sabido dar prueba de la mayor imparcialidad.
La reconciliación entre Riad y Teherán
cierra 11 años de guerras
y de constante influencia occidental
en la región....
Estamos ante un acontecimiento capital cuya importancia no se percibe claramente fuera del Medio Oriente.
Arabia Saudita e Irán han firmado un acuerdo de reconciliación... en Pekín...
Puede decirse que esas potencias trajeron a la región tanto libertad como opresión. Reino Unido se esmeró en dividir a los actores regionales, manipulándolos unos contra otros para explotar las riquezas de la región con un mínimo de implicación militar.
Francia, mientras tanto, se dividió en colonizadores de la peor especie y "descolonizadores" visionarios.
Como siempre, China ha sabido observar - por mucho tiempo - antes de comenzar a actuar, lenta y cuidadosamente pero con perenne perseverancia.
Antes de llegar a los acuerdos, hubo largas negociaciones, primeramente en Irak y luego en Omán.
Una tercera parte de los iraquíes son musulmanes sunnitas y dos terceras partes son chiitas. Durante la guerra contra Irán, los chiitas iraquíes no dudaron en luchar contra los chiitas iraníes.
En nuestros días, el líder chiita iraquí Muqtada al-Sader tuvo que viajar a Riad para demostrar a sus compatriotas que no estaba "a las órdenes" de Teherán.
Más que cualquier otro país de la región, Irak necesita esta reconciliación entre Irán y Arabia Saudita.
Omán, sin embargo, no es propiamente chiita ni sunnita.
En ese sultanato se practica el ibadismo (ibadiyya), que es una tercera corriente del islam, lo cual facilita y legitima su papel de mediador entre sunnitas y chiitas.
Cuando viajó a Riad, en diciembre de 2022, el presidente chino Xi Jinping no trató de adular a sus interlocutores para obtener precios preferenciales para sus compras de petróleo.
Xi hizo más bien lo contrario:
recalcó que mientras la región fuese teatro de constantes enfrentamientos no tendría la posibilidad de beneficiarse con el paso de las nuevas "rutas de la seda" ni de desarrollar el comercio.
Xi tampoco trató de defender en Riad lo que sus aliados de Teherán presentan como los "intereses iraníes".
Irán reclama varios islotes del Golfo Arábigo-Pérsico y del Estrecho de Ormuz, Tumb Mayor y Tumb Menor y la isla de Abu Musa, pero el presidente Xi dejó constancia escrita de su apoyo a Emiratos Árabes Unidos en el Comunicado Conjunto que firmó con el Consejo de Cooperación del Golfo. [1]
Fue la autoridad que le confirió ese comportamiento imparcial, lo que le permitió asegurar que China es capaz de garantizar que Irán no trate de dotarse de armas nucleares, aun sabiendo que los chinos son aliados de Irán desde hace milenios:
en la antigua ciudad de Persépolis abundan las estatuas chinas y a todo lo largo de la histórica Ruta de la Seda la lengua imperante no era el mandarín sino la lengua de los persas, el farsi.
En ese documento, cuyo texto íntegro nunca se ha publicado, el rey Saud se comprometía a garantizar a Washington el petróleo necesario para sus ejércitos a cambio de protección para su dinastía - no está demás precisar que Estados Unidos no buscaba garantizar el suministro de petróleo a su economía sino a sus ejércitos.
En 2005, la administración de George W. Bush prolongó la validez de ese acuerdo...
Bajo la administración Carter (1977-1981), Washington catalogó el acceso al petróleo del Medio Oriente como una cuestión de "seguridad nacional" estadounidense, ignorando así la soberanía de los países productores. [2]
Por supuesto, eso implicaba que árabes y persas tenían que aceptar una presencia militar foránea.
Y en 1983 Estados Unidos creó el CentCom, el mando regional de sus fuerzas militares en el Medio Oriente.
De esa manera, el "virrey" regional - expresión utilizada en el Pentágono - podía simplemente destruir cualquier Estado que se negara a venderle sus hidrocarburos.
El general Michael Kurilla, actual jefe del CentCom,
participó personalmente en la invasión estadounidense contra Irak,
en la invasión de Afganistán y en la guerra contra Siria.
Desde la tranquilidad de su buró en la Florida,
a más de 10 000 kilómetros del "teatro de operaciones",
el general Kurilla dirige las decenas de miles de soldados estadounidenses
que matan en el Medio Oriente para mantener
la presencia imperial de Estados Unidos,
de Egipto a Kirguistán.
Ante la "obstinación" antimperialista del ayatola Khomeini, la "tozudez" que expulsó del poder al shah Reza Pahlevi, Washington empujó uno de sus agentes regionales, el presidente iraquí Saddam Hussein, a emprender una guerra contra Irán.
Pero después de la disolución de la URSS, el Pentágono organizó la guerra de Bosnia-Herzegovina (1992-1995).
Los estrategas del Pentágono ponían allí a prueba la posibilidad de desmembrar un país - Yugoslavia - manipulando para ello a los musulmanes bosnios, además de movilizar a sus aliados contra las poblaciones de cultura eslava - los serbios, los montenegrinos y los macedonios.
Los estrategas estadounidenses pusieron la organización de las fuerzas musulmanas en manos de otro de sus agentes, un saudita llamado Osama ben Laden, quien se convirtió en consejero militar del presidente bosnio Alija Izetbegovic.
Londres no busca otra cosa que derrocar los gobiernos que escapan a su influencia, pero los pueblos tratan de liberarse realmente y las revueltas se extienden más de lo previsto.
Algunos revolucionarios se inspiran en el ejemplo del ayatola Khomeini.
Así estalla una revolución en Bahrein, cuya población, mayoritariamente chiita, trata de derrocar la dinastía sunnita.
Temiendo por su propia seguridad, la dinastía saudita - también sunnita - envía sus tanques a Bahrein y aplasta la rebelión. Irán apoya a los manifestantes chiitas de Bahrein que enfrentan los tanques sauditas.
Es en ese preciso momento cuando el Medio Oriente se divide entre sunnitas y chiitas.
Esa división se profundiza a lo largo de la guerra en Siria.
Las potencias occidentales apoyan a la Hermandad Musulmana - lo que busca el Pentágono es generalizar el caos y destruir los Estados, según la doctrina Rumsfeld-Cebrowski - mientras que el Eje de la Resistencia, reunido alrededor de Irán, se enfrenta a la injerencia occidental.
Pero el plan occidental encuentra dos escollos:
La alianza entre Siria e Irán no tiene absolutamente ninguna relación con los acontecimientos actuales. Esa alianza se inició en la época en que el shah de Irán estaba destinado a convertirse en gendarme del Medio Oriente.
La orientación que Reza Pahlevi había recibido de Washington era que debía aliarse con Siria, donde el partido Baas todavía no había llegado al poder, para servir de contrapeso frente a Israel.
En un comportamiento muy diferente al de Washington,
Moscú instala una base militar en Siria respondiendo
al pedido de ayuda de la República Árabe Siria,
para proteger el Estado sirio.
Los soldados rusos lucharon junto a los sirios
y derrotaron a los yihadistas de Daesh y de al-Qaeda,
armados por el Pentágono,
que recibían órdenes desde el LandCom de la OTAN,
con sede en Izmir (Turquía).
En Yemen, Irán apoya el grupo Ansarallah contra los sauditas que tratan de controlar el país para explotar su petróleo. [4]Finalmente, en 2016, la dinastía saudita ejecuta al líder de la oposición, el jeque chiita Nimr al-Nimr, así como a varios yihadistas. [5]
Irán vuelve a romper las relaciones diplomáticas con Arabia Saudita.
Hace 7 años que el Medio Oriente sufre de parálisis.
Las dos grandes vertientes del islam se enfrentan entre sí, exactamente como querían las potencias occidentales, en un conflicto que Israel alimenta.
Hecho revelador,
las únicas voces que han expresado indignación ante el acercamiento entre Arabia Saudita e Irán vienen precisamente de Israel.
China negoció el acuerdo irano-saudita sobre la base de la no injerencia en los asuntos internos.
Los iraníes podían temer que los chiitas de Arabia Saudita se viesen afectados por el acuerdo. Pero Teherán ha entendido que los tiempos han cambiado...
Frente a la división y las guerras promovidas por Occidente, Rusia y China proponen promover el intercambio, el comercio y la cooperación...
Referencias
[1] "GCC-China Summit Statement", Voltaire Network, 9 de diciembre de 2022.
[2] "Jimmy Carter televised speech on ‘crisis of confidence’", Voltaire Network, 15 de julio de 1979; "State of the Union Address 1980", Voltaire Network, 23 de enero de 1980.
[3] Para más detalles, ver el libro Comment le Djihad est arrivé en Europe, de Jürgen Elsässer, con prefacio del ex ministro francés de Defensa Jean-Pierre Chevénement, Xenia, 2006, y los informes de los cascos azules canadienses, recientemente desclasificados.
[4] "Exclusivo: Los planes secretos de Israel y Arabia Saudita", por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 22 de junio de 2015.
[5] "El régimen de los Saud se tambalea después de ejecutar al jeque al-Nimr", por André Chamy, Red Voltaire, 4 de enero de 2016.
www.bibliotecapleyades.net