En 1941, Hitler creyó que bastaba con “dar una patada a la puerta” para que la Unión Soviética se viniera abajo. Los invasores atacaron, pero la historia se encargó de humillarlos: el Ejército Rojo jamás se rindió. Hoy, en la Guerra de Ucrania y más de 80 años después, la historia se repite, pero al revés… y con burla. Ucrania, impulsada por la OTAN, creyó que podía hacer colapsar a Rusia con una ofensiva en Kursk.
